Tenía el cabello mojado y el rostro húmedo. Las
pequeñas gotas de agua resbalaban por su cuerpo hasta mojar el piso del oscuro
guardarropa. Mientras, el equipo de audio de alta fidelidad reproducía el
"Angel" de Massive Attack, al volumen máximo que rebotaba en
todo su cuerpo. Aspiró dos líneas de coca que pasó con un largo trago de
cerveza. Vistió unos jeans y una playera ajustada con una leyenda que
dejaba leer “I’m not dead”.
Tomó la billetera y guardó dos papeles de coca entre el empeine de
cada pie y la lengüeta de su calzado deportivo. También guardó un ácido, sólo
por si la noche no funcionaba. Antes de salir, se miró al espejo sin poder ver
su ya perdida mirada.
—Alex,
buena noche, ¿ya se va de fiesta? —preguntó el portero mientras accionaba el
mecanismo que levantaba el portón, al mismo tiempo que Alex, sin mirarlo, hacía
rugir los mil caballos de su Ducati negro mate.
Llegó
al bar, pidió un whisky con soda y, a través
del espejo que estaba en el fondo de la barra, comenzó a buscar a la víctima
que hiciera de esa noche algo que valiera la pena.
—Hola,
soy Cynthia. Está muy floja la noche, ¿no crees? —dijo la chica de pelo corto y
con el rostro aburrido a pesar del intenso maquillaje.
—Lo
único que parece flojo por aquí, eres tú. Pero tengo algo que te puede animar.
¿Quieres? —dijo Alex, mientras prendía un cigarro y se encaminaba a los
sanitarios del bar.
Aparecieron
en medio de una pista de baile que abandonaba la oscuridad a rítmicos e
intensos intervalos.
—¡Este
DJ es buenísimo! —gritó Cynthia, con un aliento muy cálido y a dos centímetros
del oído y los nervios alterados de Alex.
Alex, sin responder, tomó a Cynthia entre sus brazos, la acercó con
fuerza y besó dos veces su largo y cálido escote, una vez por cada lado.
Cynthia parecía que se desvanecía con el primer beso, pero con el segundo se
incorporó restregando sus formas sobre las de Alex.
Salieron
de aquella pista con la ropa empapada de sudor e inundada de
whisky. Subieron a la motocicleta y la velocidad produjo fuertes y
constantes ventiscas que contrastaban con lo muy excitado de sus cuerpos,
contraste que se acentuó con una pequeña brisa de madrugada. Cuando llegaron al
departamento, tenían la ropa tan húmeda y pegada a sus cuerpos como una segunda
piel que sin pensarlo se despojaron de ella.
Por
un segundo al sentirse desnuda, Cynthia pensó en dónde y con quién estaba.
Pensamiento que fue interrumpido por la presencia de Alex, que se acercó
despacio y en silencio por su espalda. Rodeó con sus brazos el torso mientras
rozaba con sus labios los pequeños y erizados vellos de la nuca de Cynthia.
—Todo
estará bien…
—Lo
sé, sólo te quiero aclarar una cosa: es la primera vez que hago esto
—interrumpió Cynthia, dejando caer su cabeza sobre el rostro de Alex.
—Es
perfecto, tengo mucha experiencia con primerizas —susurró Alex mientras su mano
acariciaban lentamente la curva baja de uno de los senos de Cynthia. —Y, aunque
no ha sido fácil, la recompensa es grande. Ya verás.
—¿A
qué te refieres? —preguntó Cynthia desde el lugar lejano donde disfrutaba de
las caricias.
—Tus
malas experiencias con los hombres y tu afán de encontrar el placer en el amor,
te han traído hasta aquí, conmigo —dijo Alex mientras recorría con sus labios
el cuerpo de Cynthia—. Buscando, encontraste ausencia —dijo Alex antes de
sumergirse en la ingle de Cynthia, que sentía cada palabra como cálidas
tormentas que la ahogaban.
Cynthia
se retorcía con cada contacto de esa lengua que por momentos le hablaba y a
ratos la acariciaba. Pensaba que si así era el preámbulo…
—Mi
placer no es llegar al orgasmo, mi orgasmo vive por delante. Tocar, lamer, sudar, gemir, son efectos
secundarios. Mi orgasmo, lo consigo desde que puedo asegurar que estarás aquí,
así… —dijo Alex mientras se perdía entre besos y palabras en las piernas de
Cynthia.
—Alex,
eres una mujer increíble, sigue por favor, sigue —susurró Cynthia.
Por: Víctor Hugo G.
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