jueves, 14 de diciembre de 2017

Me han matado a mi perro

¿Qué?¿No escuchó, primo? Me han matado a mi perro. Esos hijos de la chingada lo mataron. ¿Quién más? Esperaron a que yo no estuviera y ¡madres! Le enterraron un desarmador o un cuchillo en el gañote. Hoy me llegó carta de mi señora. Dice que la policía comenzó una investigación pero que como había pruebas o cámara iba a estar difícil. Que de seguro fue algún vecino con el que también tenía problemas porque lo único que hacía yo era molestar. Si viera todos los años que llevo viviendo aquí en Milwaukee, primo. Yo nunca tuve un problema con algún vato hasta que se mudó la familia de al lado. ¿Que cuántos años tengo viviendo aquí? Me vine de Guanajuato cuando Bush era el presidente. No, ese Bush no. El Bush que le digo es el que estuvo antes de Obama, el viejo cabrón que se metió a la guerra esa con los árabes. Ándele, ese que andaba deportando por cualquier fregadera, igual que este. Pero le digo que yo nunca me metí con nadie, así como están las cosas con el Trompas, ¿usted va a creer que por una tontería de peleas de voy a buscar que me deporten? Yo siempre me anduve del trabajo a la casa y los fines de semana echando cerveza con los compas del trabajo o solo en la casa escuchando norteñas. Nunca fui metiche, de esa gente chismosa que saluda a los vecinos y se mete en sus vidas. No, ni que fuera puto güero o pocho de los que quieren quedar bien. Así anduve bien, hasta que se mudó la vieja a la casa de junto, con su marido y sus dos perros. El mismo día que estaban bajando sus cosas de la troca se les desamarraron los perros de la yarda de su casa y corretearon al Chapo hasta la esquina. ¿Cómo que por qué le puse el Chapo? ¿Qué no ha visto que ese vato salió de pobre y todo lo que hizo por su gente? Sólo porque Dios me dio dos niñas, pero mi primer hijo se iba a llamar Joaquín. Ese vato era fregón, ya ve que hasta los gringos lo andaban buscando por todos lados. Ya ve que en la televisión no hablaban de otra cosa y ahora más con eso de que el Trump dice que es la culpa de México que haya tanto drogadicto. Ni que los narcos les metieran las drogas a fuerza por las narices, o qué. Le decía que cuando corretearon al Chapo me di cuenta. Yo estaba en la esquina y salí corriendo atrás de ellos. Mi perro se escondió atrás de unos botes de basura y como pude lo agarré. La vieja llegó corriendo y se quiso disculpar pero yo estaba bien enojado y la amenacé con llamarle a la policía si no tenía más cuidado. ¿Qué raza era el Chapo? Era mezclado entre raza china y otra que no me acuerdo. Ahora hasta los perros ya son chinos, primo. Sólo cinco años me duró mi perrito, y si viera que estaba bien bonito, así cafecito con blanco, bien chistoso. Todas las mañanas me ladraba a la misma hora para que lo sacara o para mandarme a trabajar. Ni mi vieja me mandaba como él. Los domingos lo llevaba a caminar al parque y lo dejaba que corriera suelto, así como corren los perros en los ranchos en México. ¿Si sabe cómo, no? Que corran por todos lados, no como aquí, que todos los perros son jotos con su correa que no los deja ir a ningún lado y con su comida especial que se les da porque el veterinario dice. Unos dos meses después de que llegaron los de a lado vino la gorda un domingo en la mañana a mi garaje para exigir que le bajara a la música porque era su día de descanso. Yo estaba bien crudo y como aún le tenía coraje por lo del perro y porque siempre echaba su basura en mis botes, ni caso le hice y le subí más al volumen. Pero la gorda no se fue y me gritó que era un indio sin educación. Le grité que ella era una marrana por tirar la basura en mis botes y ella me contestó que yo siempre estaba estacionado en doble fila los domingos. ¿Dónde quería que dejara mi troca si no había parqueadero? Y luego ya no le paraba la boca y me gritó que yo tocaba el claxon como si estuviera en México. Le dije que ella no era la dueña de la calle por muy pocha que fuera y que ni hablara de México porque ella ni era de allá ni conocía. Le pregunté que si se creía muy chingona por tener papeles y hablar inglés. Entonces nos hicimos de palabras y alguien le habló a la policía por los gritos que traíamos. Como es mujer y aquí todas tienen derechos aunque sean unas víboras, el policía me puso un warning. Cuando se fue la policía seguí con mi música hasta la noche y toda esa semana encontré pedazos de carne con clavos chiquitos adentro. ¡Ándele! De esos blancos que usan para las ventanas. No le hablé a la policía porque tenía yo el warning, pero no saqué al Chapo a la yarda hasta que no la revisaba primero. Y así estuvimos unas semanas hasta que ya no echó comida porque yo no le iba a bajar a la música ni a estacionarme donde le diera la gana. Después de eso comenzó a hacer frío y me puse a abrir un hoyo junto al garaje para meter otro carro. Esos dos fines de semana me puse a trabajar en friega con mis compas quitando la tierra para echar el cemento antes de que cayera la primera nevada. Puro trabajo pesado. Y otra vez la gorda llegó al garaje a gritar que le bajara a la música. Y otra vez la mandé al demonio. Esa semana llegó un ticket de la ciudad, de mil dólares por “construcción sin permiso”. No, primo, quería ir y partirle su madre a ella y a su vato que no servía para nada. Sí, no mame, un pinche ticket de mil dólares como si yo ganara de a cien la hora. La pinche vieja le llamó a la ciudad y me emputé. Al otro día que llegó el ticket era sábado y no fui a trabajar. Mandé a mi señora y a mis hijas a Indiana con su hermano a que se estuvieran unos días. Entonces cuando la gorda y su vato se fueron en su troca, dejaron a sus perros en la yarda. Me metí por la puerta del alley y los agarré a patadas para desquitarme de todo lo que me habían hecho. No, primo, yo no fumo esas chingaderas. Sí, sí me dieron lástima los pobres animales pero ya con unas cervezas y pensando que nada le pasaba a esa vieja no me quedó de otra más que desquitarme con ellos. Con uno se me pasó la mano y se quedó vomitando sangre cuando me salí de su yarda. Ya en el garaje le hablé a mis compas y me puse a trabajar como si nada. Cuando llegó la vieja se armó el desmadre y llegaron varias patrullas. Esos vatos llegan en manada y bien rápido cuando no hay pandilleros o negros. Los policías entraron a la casa de la vieja a ver el video y pues yo no tenía ni con qué defenderme. Me arrestaron y me llevaron arrestado al centro de Milwaukee. El abogado que me consiguió mi esposa dijo que era felonía por haber entrado a la yarda y que matar perros también era delito. Aun no llega a un arreglo con el fiscal pero si me declaro culpable nada más me podrían dar dos años. Ni modo, primo, qué se le va a hacer. Sí me duele estar aquí y que me hayan matado a mi perro pero ni modo de ponerme a chillar. Donde los vatos de este lugar se den cuenta que estoy llorando me agarran de novia de alguno y me andan dando hasta por donde no, por puto. Por eso nada más le cuento a usted, ni modo de andar contando que ando triste por un perro. No, yo ya no salgo hasta que me manden a México.
Oiga primo, luego me cuenta cómo llegó aquí, como sea aquí vamos a andar un buen rato.

Autor: Norma Bulsara

1 comentario:

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