lunes, 20 de enero de 2014

Las peculiares aventuras de Cristo en la Tierra


La segunda venida fue en Méjico. Convirtió el agua en coca, reprodujo tachas, enseñó al desvalido a cultivar su marihuana, curó endeudados e hizo que los que no podían ver por culpa de las televisoras, vieran. Sacó a ambulantes y policías de plazas públicas. Ninis y asalariados lo seguían y lo escuchaban. Se rodeó de doce sicarios y Magdalena le canjeaba compañía a cambio de boletos que cada uno incluía un baile. Judas Attolini tuvo que pagar de impuestos tres de sus siete monedas de plata y Pedro lo negó hasta que fue torturado por la milicia. Los zetas lo levantaron y lo llevaron hasta El Mayo, que lo mandó con El Chapo, quien se lavó las manos y luego en un documental diría que fue otro cártel el que lo condenara. Cristo cargó una cruz que tardó varias semanas en salir del almacén, debido a la burocracia (y porque no le alcanzaba para el metro para transportarla), y la llevó a una loma privatizada en la que no podías pasar sin pagar. Del lado derecho de la cruz estaba Elba Esther, del izquierdo Granier. ¿Te haces llamar presidente legítimo? Lo cuestionó el gobernante ilegítimo. Tú lo has dicho, no yo. Respondió. Le clavaron una bala perdida en el pecho y volteó al cielo y dijo: Perdónalos señor, sí saben lo que hacen, pero se hacen. Luego gritó: Padre, ¿por qué los has abandonado? Al morir fue sepultado en una narcofosa y resucitó al tercer día convertido en buchón. Tomad y bebed Torres con coca, porque esa es mi sangre, y coman garnachas, porque esa es mi carne. Aquí fundarás mi templo, le dijo a Pedro Chong, y Chong fundó a los Templarios. Luego Judas le preguntó por los cientos de miles de muertos y desaparecidos, y la virgen le habló y se fue a dar clases a Harvard. Este es mi reino, el reino en el extranjero. He regresado al Paraíso, donde Carlos Slim, Carlos Salinas, Salinas Pliego, Arturo Montiel y otros, viven como dioses. Promulguen mi palabra, que palabras es lo único que obtienen los mejicanos. Luego se descubrieron sus cuentas millonarias y sus vínculos con el crimen organizado y nadie hizo nada. La verdad lo hizo libre

Por Leonardo Garvas

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