Un Principio Ético y un Sentido Común iban de paso
cuando percibieron a lo lejos una columna de humo. Rápidamente se dirigieron al
origen de donde procedía el esperado incendio, dicho lugar resultó ser una
Clínica de Maternidad y Reproducción Asistida. Había muchos heridos que habían
logrado escapar del edificio, entre los cuales se encontraba, a punto de
desfallecer a causa del humo, un Determinismo Moral.
―¡Auxilio, sigue allí dentro un
frasco con cien embriones humanos! ¡Ayúdanos Principio Ético, debes salvar a
los embriones, son cien vidas humanas en peligro!
El Principio Ético se adentró
entre las llamas hasta llegar a la habitación donde estaban los embriones,
estaba a punto de tomar el frasco cuando se percató que había un niño recién
nacido en una incubadora, el cual seguramente había sido olvidado por el
Determinismo Moral. Intentó tomar a los dos pero a causa de su limitado
raciocinio le era imposible rescatar a ambos; el Principio Ético sabía que
debía seguir las indicaciones del Determinismo Moral, pero sentía que algo no
iba bien. Era tal su dilema sobre a quién salvar que entró en crisis
existencial y se desmayó. Cuando todo parecía perdido, el Sentido Común llegó
al rescate. Gracias a su poderosa lógica, con un brazo tomó al recién nacido y
con el otro brazo recogió al Principio Ético y los sacó del edificio a punto de
derrumbarse.
―Eres un tonto, ¿por qué
rescataste un solo producto a término en lugar de los cien embriones? ―le espetó
un Pensamiento Pragmático al Sentido Común una vez que salió del siniestro con
sus dos cargas―. El Determinismo Moral le dijo al Principio Ético que salvara específicamente
a los cien embriones, ¿qué no sabes contar?, se han perdido cien vidas humanas,
a cambio de solo una.
―El más tonto eres tú ―le dijo el
Sentido Común―, no necesito un doctorado en bioética para saber que cien
embriones de dos semanas no significan nada al lado de un recién nacido. Sólo
son células como cualquier otra que conforma un organismo, ciertamente con un
contenido genético humano pero sin ninguna clase de conciencia. En cambio, el
recién nacido es un individuo completamente formado que siente dolor e
interacciona con el mundo exterior, lo que lo hace más parecido a una persona,
por lo tanto le tengo mayor empatía. Corrección: salvé a un ser humano en lugar
de cien células que no tienen ningún gramo de humanidad dentro de ese frasco.
―¿A dónde vas? ―dijo el Principio
Ético una vez que regresó de la inconsciencia, mientras veía a su compañero que
disponía a marcharse solo―, tienes que enseñarme a ser como tú. ¡No me dejes
con el cegado Determinismo Moral ni con el nefasto Pensamiento Pragmático!
―No te preocupes, te ayudaré, voy
a ver si esta vez tengo suerte de ser aceptado dentro de las cabezas de muchas
personas. Que tanta falta les hago.
No hay comentarios:
Publicar un comentario