miércoles, 2 de julio de 2014

Neuromarchitosis


El ser humano nace con un número determinado de neuronas para toda la vida, las cuales se van marchitando paulatinamente y sin nuestro consentimiento a lo largo de los años. Este padecimiento lleva por nombre original: neuromarchitosis, y como a veces no sabemos en qué gastar nuestros recursos, los gobiernos han puesto a trabajar a los señores con bata blanca para tratar de comprender cómo es que ocurre la neuromarchitosis. Tras una serie de rigurosos experimentos utilizando algoritmos y pruebas estadísticas de las que poco entiendo, han llegado a la obvia conclusión de que si te dedicas a ver los espectáculos mañaneros de los canales de televisión abierta en lugar de leer un libro de ecuaciones algebraicas; o si solo te dedicas a ver películas pornográficas en lugar de hacer por uno mismo la película, o si te da flojera para escribir un cuento como el que estoy tratando de escribir, o simplemente estás envejeciendo, estás padeciendo el proceso de neuromarchitosis (aunque estas actividades si son ejecutadas en exceso, el proceso de neumarchitosis se acelera). En un principio uno pensaría que es terrible eso de quedarse sin neuronas sin las cuales no podríamos pensar nunca más en su pérdida y en otras cosas banales; pero no hay de qué preocuparse, el universo en su infinita bondad decidió que el ser humano podría sobrevivir con pocas neuronas, inclusive con una o dos. Eso lo podemos corroborar por la existencia de tantas profesiones idóneas para todos aquellos que sufren de neuromarchitosis: tenemos a los que se dedican a la política, a los líderes de sectas, los  abrazaperros, las lesboterroristas, pregonadores del fin del mundo y de la clave del éxito y de la felicidad, organizadores de asociaciones como el de la Sociedad de la Tierra Plana, escritores de libros de superventas que solo encuentras en Sanborns, conductores de programas en donde la gente va a contar sus secuestros por extraterrestres, enemigos públicos del hedonismo de derecha y, por supuesto, no olvidemos a los activistas amantes de todo lo que sea verde y que tenga clorofila, que les encanta recordarnos que la rodaja de tomate de su emparedado no es transgénico, aunque me gustaría que por lo menos les quedara una sola neurona que les hiciera recordar que ellos mismos experimentan mutaciones en cada una de sus células durante todos los días. De esta manera, pareciera que hay una correlación entre la neuromarchitosis y la soltura para hablar: cuando no hay neuronas, los pensamientos no pasan por ningún punto de control, por lo que ninguno es discriminado y todos son exteriorizados incluyendo los incongruentes. Para los que no tienen apetencia de seguir algunas de las honorables profesiones mencionadas y quieren conservar aunque sea un puñado de neuronas, se puede realizar una serie de actividades  con las cuales podemos retrasar un poco el proceso de neuromarchitosis. Por ejemplo: ahogar a las neuronas en cafeína al beber dos o tres tazas de café es suficiente para ponerlas a trabajar y evitar que se marchiten. También el sexo es placentero, perdón, quise decir, también el sexo es muy útil para retrasar la neuromarchitosis;  incluso llega a suceder que de vez en cuando brota una pequeña neurona durante el acto sexual, pero imagínense qué pasaría si todos nos dedicáramos a  coger durante todo el día, tendríamos nuevas neuronitas ansiosas por ponernos a reflexionar y entonces el Estado, así como las instituciones de índole moral, se verían en graves problemas al ser cuestionadas por la forma en que está organizada la sociedad. Ellos lo saben muy bien y es por eso que tenemos prohibido coger con quién se nos antoje en plena avenida, bajo el supuesto de alterar el orden público.
Por otra parte, la verdadera desgracia cae en unos cuantos individuos que padecen una neuromarchitosis sumamente gradual. Estos individuos, conscientes de ello, desearían acelerar la muerte de sus neuronas para poder olvidar que la mayoría de sus semejantes son más estúpidos que ellos. Pero irónicamente, al ser inteligentes, saben que un mundo con personas sin neuronas significaría la pérdida de las pocas cualidades del ser humano que merecen la pena conservarse, como la habilidad de crear arte y música. Lo más rescatable que pueden hacer estos románticos posmodernos es deshidratar a sus neuronas con alcohol o entorpecerlas con alucinógenos, para abrirse paso a la conciencia no humana y olvidar por unos momentos tantas idiotez que nos rodea. Yo lo único que espero es que una vez que la mayoría de nosotros sólo tengamos un cerebro abandonado por las neuronas, lleguen los virus a invadirlo y ocurra el apocalipsis zombie.

Por Daniela Avila. 





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