domingo, 16 de marzo de 2014

Discurso pronunciado en la presentación de Historia de feminazis en América

Leonardo Garvas no pudo venir hoy, por lo que me mandó a mí: su hermano gemelo malvado. Así que cualquier equivocación de mi parte, o queja que quieran hacer, por favor hágansela saber a él vía email, twitter, facebook, o incluso dicen que todavía checa su hi5. Por lo pronto, yo les leeré esta breve reflexión que me mandó para ustedes. Comienzo:

Lo mejor de matar psíquicamente a un padre es la oportunidad de gozar el duelo, sobrevivir su ausencia y resucitarlo cuando nos canse. Tal vez imaginar que le gritamos: ¡Eres una gran porquería cabrón de mierda¡ O quizá rescatarlo de entre los muertos para que resulte un loco que trata de acabar con el hambre del mundo, el hambre del alma.

Hay pensadores pirruris, priístas y chilangos. Claro, como Octavio Paz. Y también el ejército que está contra él, que posiblemente en el fondo sea igual o más pirruris, priísta y chilango, sólo que no se ha animado a salir del closet para asumirse como tal. Pero para eso es bueno uno: para señalar lo que tanto odia, y más si eso que odia habita en uno. El padre, como símbolo o como figura de adoración, se aloja en aquello que queremos matar antes de que el padre, o sus complejas neurosis, nos maten. Quizá por eso en un inicio fue que este libro, al que hay que leer cuidando los pequeñísimos detalles y al discurso de lo no-dicho, encontró en mí cierta resistencia al verme reflejado en mis puntos más débiles y vulnerables. Sin embargo no vine aquí para hacer un análisis psicoanalítico sobre mí o sobre Sidharta, sino a tratar de seducirlos para que se acerquen a su obra.

En este mundo de las feminazis, donde hay quienes abandonaron a su hija para tratar de acabar con el hambre del alma, e hijos que le gritan a su padre: ¡Eres una gran porquería cabrón de mierda!, también hay mujeres que quieren cortarle las tetas a otras mujeres en nombre de su ideología. Hay comunas con abusos sexuales. Pero, lo mejor de todo, hay artesanos que nos ganamos la vida haciéndole creer al cliente que nuestra obra es un ingenio azaroso e incuestionable; y ellos se van contentos, o completamente insatisfechos (eso es lo de menos), para dejarnos tener una plácida experiencia con la cocaína. Este tipo de cosas son las que nos regala Sidharta en este mundo de ficción, donde todo está permitido, confiando en la lucidez del lector que –sabemos– puede leer las historias más atroces o las más gentiles sin que esto afecte su moral.  

Pero los cuentos de este libro tienen algo más que las imágenes e ideas vigorosas que produce. Cuenta con esa sensación de vacío e incertidumbre, que nos permite construir una intrigante silueta a través del silencio: lo que está ahí entre las páginas y ni el libro ni yo se los contaremos directamente, pero que van a reconocer; como una epifanía tardía que aparece en el momento más inesperado y de la manera menos habitual.

¿Les ha pasado que se encuentran a alguien haciendo algo completamente desquiciado y luego se percatan de que ese alguien son ustedes, justo cuando se ven tirados en el piso? Bueno, algo así les pasará. Pero también podrán identificar a otros, y decir: ah claro, ahí están los típicos profesores luchando por el hueso, o esos escritores muertos de hambre que han tenido que vender su dignidad para subsistir. Y no los culparé por reírse, no hay nada más jocoso que la desgracia ajena. Sin embargo el buen gusto no es algo de lo que Sidharta, a diferencia de mí, carezca. Les puedo garantizar que ante la insensibilidad del destino, también hay un misterio tan grande, el misterio de que el poeta ve. Ve donde los estereotipos de los personajes ya se han difuminado, destensado, incluso modernizado, para dejar de ser definidos por la carga que llevan. 

Pero somos Latinoamérica y aunque no nos interese hablar principalmente sobre la violencia o la globalización, éstas son tan imponentes y estamos tan expuestos a ellas, que de cierto modo permean los cuentos de Historia de las feminazis en América. Destellos de nuestra realidad, sin que la realidad sea una carta o un truco fácil para mantener la atención y la curiosidad del lector, pequeños trazos que nos dibujan el universo severo y actual que Sidharta edifica sin despreciar jamás la inteligencia que, sabemos, gozan ustedes, queridos lectores; lectores que al verse entre las letras de este libro, serán como las mariposas del Haiku de Issa Kobayashi:  

Cubierto de mariposas
El árbol muerto
florece   

Muchas gracias.  

De venta en Casa Refugio Citlaltepetl y en el siguiente link: http://www.amazon.com/Historia-feminazis-Disculpe-Molestias-Ediciones/dp/1492884472

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